jueves, 31 de octubre de 2024

Liquidambar styraciflua

GRUPO A: Silvestres -Arctoterciarios de bosque subtropical templado caliente -Angiospermas primitivas-
SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva y zona Terciarios

A medida que las angiospermas primitivas se iban desplazando hacia el norte desde el Ecuador donde nacieron, allá por el Cretácico inferior, desde hace unos 130 millones de años, una parte de esta flora comenzó a adaptarse a las zonas más frescas. Esta adaptación hizo que la gran mayoría de los árboles de esta flora particular de angiospermas pudiesen mudar sus hojas. Nacen entonces los caducifolios y, con ellos, una hermosa diversidad de géneros. Por la parte de las gimnospermas, estas también se adaptaron a los fríos y la mayoría mantuvieron sus hojas, que fueron, sobre todo, las pertenecientes a las Coniferophytas.

La flora que estamos hablando se llama arctoterciaria, y se estableció dominante en el cinturón septentrional del Hemisferio Norte del planeta durante todo el Terciario. No han dejado de dominar este Hemisferio desde entonces. En tiempos de las glaciaciones, ya en el Cuaternario, se mudaron al sur, y, gracias a eso, podemos hoy en día contar con ellos. Pasados los tiempos de los hielos, una parte de esta flora se mudó de nuevo a los nortes fríos, como fueron los abedules, entre muchos otros, y otra se quedó en el sur, como los nogales, etc. 

La diversidad de angiospermas caducifolias arctoterciarias fue muy grande, pero concentrándonos en las más primitivas, tenemos un grupo muy pequeño inicial que todavía conservaban ciertos caracteres de los climas calientes de donde venían. Allá por el Cretácico medio, en el final de la Era Mesozoica, aparecen entonces géneros como el que vamos a hablar hoy, el Liquidambar

Los registros fósiles más antiguos del género Liquidambar datan de hace 90 millones de años y compartían nacimiento reciente con otros géneros de angiospermas caducifolias arctoterciarias antiguas como los Platanus (100 m.a.), los Juglans (100 m.a.), los Ulmus (100 m.a.), los Cercidiphyllum (100 m.a.), los Podocarpus (100 m.a.) y los Sassafras (100 m.a.), como los más importantes.

Conforme va desarrollándose el Terciario, comienzan a aparecer otros géneros caducifolios significativos, destacándose los más antiguos, como fueron los Carya y los géneros de la familia de las Fagáceas, ambos con registros fósiles de hace 80 millones de años.

El Liquidambar fue uno de esos elementos característicos del bosque subtropical templado-caliente del Terciario que se quedó en la zona sur y media del cinturón arctoterciario. Este bosque se caracterizaba por ser húmedo y caliente con capacidad para aguantar ciertos fríos durante las estaciones de invierno, pero sin llegar a aguantar demasiadas heladas. 

Los estudios paleobiogeográficos parecen mostrar que los Liquidámbares vivían en zonas de tierra con alto nivel edáfico típico de zonas pantanosas, lo que le permitía vivir con géneros con los Craigia y los Taxodium, entre otros. Sin embargo, mi experiencia con la especie styraciflua, que es la que viene de América y la que hoy presento, es que soporta muy bien el clima mediterráneo y no tiene necesidad de mantener ese nivel edáfico, siempre y cuando esté en un ambiente de bosque desarrollado y reciba ciertos riegos durante la época estival. 

En los tiempos que existía un archipiélago en la zona donde este jardín se encuentra, más allá de los 6 millones de años (en el Mioceno, entre los 11,62 y los 7,24 m.a.) y antes de la formación del Mediterráneo, el género Liquidambar se encontraba muy presente. Viendo cómo los dos liquidámbares que existen en este jardín se desarrollan, me gusta evocar la idea de que estas tierras aún conservan presente su propia memoria histórica. 

El Liquidambar styraciflua es un árbol de una increíble hermosura, sus hojas palmadas que recuerdan a su primo hermano Platanus, en otoño se tornan primero de amarillo dorado y después de un rojo intenso. En América, de donde es natural, como dije, los nativos han usado su resina, con fines medicinales, fundamentalmente, para hacer un bálsamo con un aroma a ámbar gris (de ahí le viene su nombre). Con el bálsamo curaban las afecciones ciáticas, la debilidad nerviosa, las enfermedades de la piel y la hemorroides, aliñaban el tabaco, como desodorizante, etc. Hoy día, este aromático bálsamo, llamado Styrax, es muy usado en perfumería y para hacer mezclas de tabaco.    

    

miércoles, 30 de octubre de 2024

Ginkgo biloba. Parte II -Angiospermas y Gnetum gnemon-

 

GRUPO B: Silvestres medicinales y alimentarios -Fósil viviente-
SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva y zona Bosque subtropical
El origen de las plantas de flores, angiospermas, es un interrogante que persigue desde siempre a todos los botánicos. Charles Darwin se refirió a su aparición repentina como un "abominable misterio". A pesar de ello, existen diversas hipótesis. 

Lo más importante a destacar es que las angiospermas no nacieron repentinamente, sino a través de millones de años de transformación de las plantas gimnospermas que ya existían. La hipótesis más aceptada es que estas vinieron de un orden extinto de plantas llamadas Bennetiales, que apareció en el Triasico, desde hace unos 250 millones de años y que despareció en el Cretácico final, casi coincidiendo con la aparición de las plantas con flores. Las Bennetiales están relacionadas con las Cycadophitas (Cicas), las Ginkgophytas (ginkgos) y las Pinophytas (coníferas), con lo que estas, muy probablemente, aparecieron de la hibridación de aquellos tres ordenes botánicos.  Los primeros fósiles de angiospermas aparecen en el Cretácico superior -130 m.a.-, en las zonas tropicales del Ecuador, luego se dispersaron, hace unos 100 m.a., hacia latitudes mas altas, llegando a dominar a todas las gimnospermas, desplazando a los helechos gigantes que se extinguieron y casi extinguir a las Cicadoiáceas y a las Ginkgoideas, sus propios ancestros en realidad. Siendo, quizás, más certeros, podríamos estar hablando de una transformación y no de una extinción, propiamente dicha.

Con una observación  minuciosa, aparte de las Bennetiales, de todos los ordenes botánicos de gimnospermas que existen hoy, sólo podemos considerar tres como antecedentes posibles más cercanos de las angiospermas, estas son: Las cicas, los ginkgos y las gnetales. Descartamos a las Pinophytas e incluimos a las Gnetales, porque estas últimas están más cercanas a las angiospermas que las coníferas y nacieron allá por el Pérmico medio -270 m.a.-, con lo que ya se habían separado un poco de las coníferas y convivían con las cicas y los ginkgos, la posibilidad de hibridación era muy alta entre estos dos órdenes. Hay una razón de mucho peso para incluir a las Gnetales, sólo hay que ver imágenes de la única especie del género Gnetum que existe hoy, el Gnetum gnemon, llamado Melinjo en el sudeste de Asia. El parecido con las angiospermas es asombroso, su porte y las propias hojas, además tienen una particularidad especial que las acerca muchísimo, y es que poseen vasos en los tallos muy semejantes a las angiospermas, además, las hojas -como verdura-, las semillas -nueces de los frutos- son comestibles, con lo que, siendo gimnosperma y hermana de las Pináceas, aunque sea solo por sus nueces, nos acerca, aún más, a un frutal:  


La hipótesis de que las angiospermas vienen de las Bennetiales se basa en que poseían estructuras similares a flores. Lo considero muy acertado, sin embargo, cuando observamos estas plantas, vemos más parecido con las Cícadas que con las angiospermas, con lo que tuvo que haber, muy probablemente, algún tipo de hibridación natural con otras plantas, que podían haber sido perfectamente las Gnetales -un posible eslabón perdido- y los Ginkgos.  
Con todo lo expuesto, finalmente, podemos entonces complementar las hipótesis existentes concluyendo que las angiospermas podrían haber nacido de una mezcla de las Bennetiales, los Ginkgos y las Gnetales. Del primer orden solo tenemos registros fósiles, sin embargo, de los dos ordenes últimos tenemos las plantas vivas, con lo que nos permite avanzar muchísimo sobre ello.

Los Ginkgos son antiquísimos, aparecieron en el Pérmico superior, hay registro fósil de hace unos 290 millones de años, convivían entonces con los helechos gigantes, las cícadas y otras especies primitivas. Componen un orden, una familia y un género botánico de donde solo ha sobrevivido una especie en concreto, el Ginkgo biloba, comúnmente llamado el árbol de los 40 escudos. Se trata de una especie espectacular y única que ha sido capaz de sobrevivir a condiciones desfavorables múltiples, su resistencia es incomparable respecto a cualquier otra especie vegetal de hoja caduca. 

Algunos estudios declaran que "la característica particular del primitivismo de los ginkgos aparece en la nervadura dicotómica de las hojas, que se extiende por la acícula plana desde el comienzo del peciolo. Este tipo de nerviación recuerda a determinadas hojas de los helechos, lo que permite suponer que las primitivas gimnospermas podrían derivar de este grupo". Atrevida conclusión de hipótesis, pero no deja de ser interesante.

En China al Ginkgo biloba se le llama albaricoque plateado o también, la fruta blanca, porque las nueces de sus frutos son comestibles -aunque hay que quitar bien la cubierta carnosa que es tóxica-, de hecho, es un alimento tradicional en ese país; un dato importante para acercarlo aún más a las angiospermas, al mismo nivel que las Gnetales.

Respecto a sus hojas, son muy medicinales, apreciadas desde milenios en Asia y actualmente en todo el mundo. Su beneficios son muy poderosos y están indicados para la circulación sanguínea central, beneficiando los procesos del envejecimiento cerebral, memoria, cansancio, depresión, etc., así como ayuda a evitar los coágulos de sangre con lo que está también especialmente indicado para disminuir la posibilidad de trombosis... Su capacidad medicinal es realmente extraordinaria.  

El Ginkgo biloba es un árbol muy longevo que crece extraordinariamente lento, puede pasarse muchos años sin crecer nada y, de repente, crecer hasta 1 metro. Necesita 20 años para tomar forma redondeada. Los dos ejemplares que existen en este jardín les pasa justamente eso. Cercanos a tener diez años desde su plantación, no han crecido apenas nada. Paciencia toca con este fósil viviente. Eso sí, aunque no es su hábitat natural, pues es natural de climas subtropicales de lluvias constantes, aguanta perfectamente todo tipo de avenencias mediterráneas, calor extremo y pleno sol, incluso las sequías severas.  
 

 

martes, 29 de octubre de 2024

Ginkgo biloba. Parte I

GRUPO B: Silvestres medicinales y alimentarios -Fósil viviente-
SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva y zona Bosque subtropical
Hay una mentalidad terrible que persigue a los humanos y es desechar y menospreciar a los árboles silvestres sin un fundamento lógico, salvo el de considerarlos enemigos de su campo debido a esa obstinada obsesión por hacerlo productivo todo.
Es una desgracia que no nos demos cuenta cierta de que, de no ser por las plantas silvestres, no existiría alimento alguno

Pero aún hay más, nuestro alimento primario, no solo viene directamente de las silvestres de flores, sino también de las silvestres sin flores. Antes de que existieran las flores, todos los árboles eran gimnospermas, y éstas, por el misterioso devenir de la Naturaleza, se transformaron en angimnospermas allá por el Cretácico. De las flores vinieron los frutos y, con ellos, los mamíferos primates, entre otros animales, pudieron alimentarse durante millones de años. Gracias a estos frutos, que muy al principio no eran alimentarios, los homínidos posteriores pudieron desarrollarse hasta que bajaron de los árboles. Y nunca dejaron de consumirlos como parte de su dieta. 

Con todo ello, podemos afirmar que el origen del alimento humano es la fruta, y el bosque silvestre su hábitat natural. Despreciar al árbol silvestre, gimnosperma o angiosperma, tal y como como hemos visto, es despreciar, también el alimento originario y natural humano.  

El principio número 6 de la Agricultura Natural es el bosque Natural de alimentos, que incluye tanto los silvestres como los alimentarios. La conjunción armónica de ambos aspectos hace que el humano, no sólo valore su propio origen, sino su posibilidad de futuro y perpetuación en esta maravillosa tierra. Sin silvestres en nuestros campos, no habrá frutos en el futuro, ya que ellos no tendrían la posibilidad de transformarse en un alimento continuado si no puede convivir con su razón de ser, que son sus ancestros.

Dicho esto, la mejor manera que tenemos para respetar y dignificar a la Naturaleza y armonizarnos con ella es, no solo conservar, promover y extender los bosques forestales, sino también incorporar silvestres en los campos de cultivo de la forma más diversa que sea posible. Todo ello fue prescrito, como dije, en el principio número 6 de la Agricultura Natural y el significado profundo se encuentra, insisto, en la toma de consciencia de que sin silvestres, no hay alimento posible futuro

Aunque con características muy especiales, junto con las Gnetáceas y otras posibles plantas únicas, el Ginkgo biloba es uno de los árboles de hoja plana más antiguo que existe vivo hoy día, y su reconocimiento puede llevarnos, al origen directo de los árboles angiospermas y frutales. Por ello, rendimos un homenaje especial a esta planta tan valiosa y le daremos un estudio detallado y merecido en una segunda parte de este artículo, pues ella nos llevará directamente al sentido profundo del origen de las angiospermas y, con ello, de nuestro alimento más primigenio.    

Como antesala del estudio de la segunda parte, conviene destacar que el Ginkgo biloba se encuentra dentro de las gimnospermas ya que sus semillas son desnudas, es decir, no están encerradas en un fruto maduro, sino que están protegidas por conos o cubierta carnosa de semilla, característica propia de las gimnospermas. Sin embargo, aún siendo planta sin flor y ancestro de esta, tiene otras cualidades especiales e impresionantes, dados los tiempos en los que estamos, que nos llevan, incluso, a considerarla como parte origen también de las propias coníferas. Este primitivismo nos traslada a muchos millones de años atrás, siendo, con ello, aparte de lo que hemos mencionado de las angiospermas, parte ancestral fundamental de toda vida vegetal en general que hoy tenemos la suerte de conocer. Es por eso que se le considera como uno de los más auténticos fósiles vivientes


Chrysanthemun morifolium

 

Grupo B: Silvestres alimentarios y medicinales 
SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva
El género Chrysanthemun ya fue estudiado en el Tratado de Agricultura Natural, allí se puede consultar sobre esta sugestiva planta arbustiva perenne, con las características generales y específicas de cada especie, junto con sus valores medicinales. Sin embargo, aunque fue mencionada la especie oriental, no se detalló ni el nombre de la especie en particular, ni sus interesantes usos y beneficios. Aprovecharemos esta publicación para presentar a esta planta y hablar un poco de ella. 

Nos estamos refiriendo al Chrysanthemun morifolium, un excelente vegetal originario de la China que se llama comúnmente como crisantemo de bola o margarita de invierno. Este pequeño arbusto florece en el otoño y muestra una belleza inconfundible que puede perdurar hasta bien entrado el invierno. 
Sobre sus atributos, destacar que es muy común en China usar las flores y las hojas en ensalada para combatir las fiebres, también se usan en infusión, tanto raíces como flores y hojas, para aliviar cuestiones del pulmón o del hígado, así como para resfriados, gripes y otros procesos respiratorios. 

En este jardín contamos con unos cinco o seis arbustos bien acomodados en las sombras del bosque dentro del sector de la Pequeña laurisilva. Con más de siete años de antigüedad, se han mantenido a lo largo del tiempo sin muchos cuidados gracias al ambiente equilibrado donde viven. Sus espectaculares hermosuras nos llenan los días de otoño de álgidas contemplaciones. 

Los ejemplares que se muestran en la imagen, se sitúan concretamente bajo un alcornoque y un arce japonés y junto a un grupo de Iris germánica, otra medicinal excepcional. 

En esta segunda imagen que muestro, podemos apreciar los crisantemos de bola durante su primeros años de plantación visto desde el otro lado. Aún conservaban ese aspecto artificial de vivero. Es impresionante comprobar cómo su naturalización producida a través de los años, ha provocado un cambio espectacular en sus formas y en sus colores. Hemos de reconocer que la expresión y belleza natural supera con creces a la artificial.   

 

 



Acer palmatum

GRUPO A: Silvestres -Arctoterciarios-
SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva y zona de la Tarima redonda. 
De la familia de las Sapindáceas, el género Acer nace a finales del Cretácico. De aquellos primeros arces primitivos se empiezan a distinguir sus especies allá por el Paleoceno y entrado el Oligoceno, pero no será hasta el Mioceno cuando se definan la mayor parte de las especies que conocemos hoy día. 

El arce que presentamos hoy, Acer palmatum, no es natural de nuestras tierras, se desarrolló en Corea y Japón, de ahí que se llame comúnmente Arce japonés o Arce japonés palmeado (hay autores que también lo hacen natural de China, pero es este un tema aún controvertido, pues la mayoría de los botánicos designan los arces chinos como especies separadas de los del Japón y Corea). Aunque el palmatum  es el más conocido, como arces japoneses, se entienden también dos especies más, el Acer japonicum y el Acer Shirasawanum, este último especialmente bellísimo.  

Debido a esta gran belleza y sutilidad que muestran, con hojas verdes brillantes en verano y rojos, naranjas y dorados en otoño,  ha sido uno de los árboles silvestres con más cultivares que existen, desarrollándose multitud de híbridos que evocan maravillas entre los paisajistas japoneses desde antaño y, hoy día, en todo el mundo.   
Su hábitat natural son las laderas de montañas, donde conviven con otros arctoterciarios exigentes en humedad y frío, como son los abedules, hayas, alisos y alerces, con lo que, para que puedan introducirse en otras zonas donde no existen estas condiciones, se les exige, al menos, suelos profundos y ricos. Debido a estas características y teniendo en cuenta el lugar donde se encuentra este jardín botánico, plantearse la introducción de arces japoneses no parecía la mejor idea, sin embargo, nos ha sorprendido muchísimo comprobar como, el palmatun genérico, se ha acomodado sin ninguna dificultad, tanto a la sombra de otros árboles, como en las semisombras o a pleno sol, siempre y cuando cuente con agua en tiempos estivales y la tierra tenga tendencia a ácida, que es nuestro caso. 

La experiencia que tenemos con esta especie es muy grata, pues no se podía imaginar que este tipo de arctoterciario pudiera acoplarse tan bien en estas montañas medias del sur de Europa. 

En este momento, hay catalogadas en el jardín cuatro pies de Acer palmatum bien establecidos y repartidos por dos zonas concretas, dos de estos ejemplares, con más de 10 años de edad, ya son adultos y alcanzan o sobrepasan los tres metros de altura. 



jueves, 24 de octubre de 2024

Lithocarpus edulis. El roble de la fruta de piedra

 

GRUPO B: Silvestres frutales -Laurisiva-

SECTOR DEL JARDÍN: La pequeña laurisiva

Mi pasión por el conocimiento del origen de las cosas existentes, me viene de un especial interés por conocer también la esencia que contienen todas estas cosas en este momento presente. Conocer la esencia de algo que existe hoy, significa también conocer una gran parte del sentido (presente, pasado y futuro) de su existencia. Por todo ello, conectar la vida con sus orígenes y su ancestralidad, es tomar consciencia plena de que todo lo existente está conectado entre sí, que no hay elementos independientes de vida, sino elementos interdependientes que configuran una sola cosa, la Vida por sí misma, aunque con apariencias distintas.


Como ya he comentado varias veces, antes de que existieran los Quercus actuales que conocemos del Mediterráneo, tipo a encinas, alcornoques, coscojas  y robles sureños, existían aquí otra clase de Fagáceas primitivas adaptadas a climas más calientes y húmedos, que es lo que había entonces en toda Europa. Esa flora que se desarrolló en Europa, fue exclusiva lauroide caracterizada por una gran cantidad de especies lauráceas de los géneros como Cinnamomun, Litsea, Persea, Neolitsea y Laurus y acompañadas por un conjunto de Fagáceas que se componían, fundamentalmente, de los géneros Castanopsis, Lithocarpus, Trigonobalanus y de Quercus spp. siempre verdes. 


Aunque con sus diferencias, había una homogeneidad asombrosa en las hojas de todos estos tipos de plantas. Y esto es justo lo que voy a recalcar hoy con la especie viva en mi jardín que tengo el inmenso honor de presentar. Esta especie se llama Lithocarpus edulis, el único comestible del género, de hecho, “carpos” en griego significaba fruta. “Lithos”, por su lado, significaba piedra, y es que su bellota está recubierta de una cáscara muy dura. Con ello, al Lithocarpus edulis lo bautizamos con el nombre común de ‘Roble de la fruta de piedra’. 


Cuando el pequeño ejemplar de ´Roble de la fruta de piedra’ cayó en mis manos, quedé francamente sorprendido al comprobar que sus hojas eran tremendamente parecidas a la de las adelfas -Nerium oleander-, un laurel que desciende directamente de las laurisilvas, perfectamente acoplado al clima mediterráneo y que se encuentra muy alejado de las fagáceas, ya que esta pertenece al orden botánico de las Gentianales, nada que ver con el orden al que pertenece el Lithocarpus, las Fagales. Por otro lado, observo un parecido inmenso también a las hojas de los Quercus de la sección Cyclobalanopsis. Con todo ello, podemos hacernos directamente cargo de esa homogeneidad mencionada en todas las plantas laurisílvicas de hojas coriáceas. 


Del género Lithocarpus, han llegado a nuestros días muchas especies, la mayor parte originarias de Asia. Sólo China, cuenta con más de 100 especies de este género (para los interesados en investigar más sobre todas las especies de este género, recomiendo el siguiente enlace: http://www.efloras.org/florataxon.aspx?flora_id=2&taxon_id=118733 ). La especie edulis, que significa comestible en latín, sin embargo, es originaria del Japón y se trata de un roble siempreverde pequeño que no alcanza más de 15 metros de altura. Dicen que las bellotas tiene sabor amargo, pero, como pasa con casi todos los robles, poniéndolas en agua se elimina ese efecto y son perfectamente comestibles y, a buen seguro, un gran alimento. 


El pequeño ejemplar que muestro en la foto, lleva muy poco tiempo con nosotros. Lo hemos colocado muy cerca del Castanopsis cuspidata y no muy lejos de las otras plantas laurisílvicas, esperemos que entre ellas se ayuden a seguir adelante y puedan sobrevivir a este ambiente hostil para ellas. Teóricamente, estamos en la latitud apropiada y ambos pueden aguantar cierta rigurosidad de frío, siempre que este no sea demasiado intenso, así que, estando donde estamos, a unos 800 metros de altitud, bañados con el aire marítimo del Mediterráneo, si no les falta la humedad y están lo suficientemente refugiadas entre las arboledas ya existentes, con no muchas horas de sol directo en verano, deberían ir bien, pero conocemos las dificultades de esta flora. Todo un reto.     


miércoles, 23 de octubre de 2024

Myrtus communis

 

GRUPO B: Silvestres frutales y medicinales -Arbustos mediterráneos-

SECTOR DEL JARDÍN: Laurisilva, bancales antiguos y zona de bosque subtropical

En el Tratado de Agricultura Natural expresaba que "el <<mago-a>> agricultor natural transmuta -cambia en positivo-, todo acontecer, lleva toda la fuerza de su voluntad a lo que es nacido, para que el Ayu se manifieste en todas las cosas, transformando la tierra en alimento, y es ese el arte de su magia". 


Recordemos lo que también fue dicho en el Tratado, de que el alimento "es aquella manifestación básica -de vida inherente-, que nutre a toda materia, pensamiento y sensibilidad existente". Y es por eso que, en Agricultura Natural, damos la misma importancia a lo silvestre -alimento de la Naturaleza-, como a lo estrictamente alimentario humano.


La simple conjunción entre un mirto (Myrtus communis) y un Diospyros Lotus, ambos silvestres y ambos de frutos comestibles, nos evoca la unión profunda que existe entre lo alimentario humano y lo alimentario de la Naturaleza. 


Un día hablaré del interesante Diospyrus lotus, o kaki silvestre, habitualmente usado como portainjertos. Hoy, damos homenaje a este precioso arbusto llamado comúnmente como Mirto o arrayán europeo. Perteneciente a la familia de las Myrtáceas, esta hermosísima planta aromática originaria del sur de Europa, Norte de África y Este de Asia, puede llegar hasta los tres metros de alto y no tolera las heladas intensas, con lo que encuentra su lugar muy bien en las regiones Mediterráneas, de donde es endémica. 


Tanto sus bayas como sus hojas han sido utilizadas ampliamente, tanto culinaria como medicinalmente, así como para hacer vinos y licores, desde muy antiguo. 


En Cerdeña se prepara tradicionalmente un licor con la maceración alcohólica de los frutos oscuros, donde se elabora el llamado mirto sardo, con excelentes propiedades digestivas. En esta isla, también es muy conocido el uso del mirto para condimentar carnes y, con las hojas del mirto, para aromatizar y conservar la mozarella.


Rico en aceites esenciales beneficiosos, el mirto ha sido y es, ampliamente usado como balsámico, antiinflamatorio y astringente. La preparación de decocciones contra la bronquitis y otras enfermedades respiratorias, así como las infusiones depurativas y calmantes del estómago, tiene un rango de uso muy extendido dentro del mundo herbario, además de la  aromaterapia. 


Otro de sus usos ancestrales importantes es el de perfume, de hecho, su nombre deriva de este significado. 

En el rango del cultivo, los antiguos tratadistas andalusíes coincidían en plantar mirtos junto a los granados y los terebintos, y así se multiplicaban los frutos. El uso y el consumo de bayas, hojas y flores, también fue ampliamente extendido por los andalusíes.

Con las bayas, aparte de comerlas en fresco, como condimentos de asados de carne o  para preparar mermeladas y jarabes, aderezaban las aceitunas de mesa, y, tomadas con vino, las usaban contra las mordeduras de tarántulas y escorpiones. La destilación de flores y hojas, para la extracción de esencias, fue muy usado como cosmético, para el cabello, lavados de caras, axilas y manos, para elaborar colirios para los ojos, etc. Y también, mezclada la planta con otros componentes, para tratar ciertas enfermedades de las vides. 

Ya el clásico Dioscórides destacaba las grandes propiedades medicinales de los mirtos (desodorante, antiséptico, anticatarral, balsámico y sedante) En los tiempos clásicos, fueron muy usadas las tisanas para las afecciones pulmonares.  

Ciertamente, con todo lo dicho, estamos ante una planta muy valiosa que conviene promocionar y amplificar su cultivo y uso. 

En este jardín Natural Botánico, se encuentran catalogadas como unas 8 o 10 plantas distribuidas por algunos espacios. No escatimaremos esfuerzos para seguir plantando muchas más. Según los andalusíes, las estacas leñosas servían muy bien para reproducirlas y se plantaban en noviembre o enero. 

Elaeagnus multiflora

 

GRUPO B: Silvestres frutales y medicinales -arbusto exótico

SECTOR DEL JARDÍN: Autóctonos

Del orden botánico de las Rosales, hay una familia llamada Elaeagnácea que es prima hermana de la archiconocida Rosácea, nuestros frutales más apreciados. 


Dentro de esta primera familia, y su género del mismo nombre, encontramos especies interesantísimas endémicas de las regiones templadas y subtropicales del continente asiático. Se trata de los eleagnos, que dan, en su mayor parte, frutos comestibles. 


La especie que presento hoy se llama Eleagno gris (E. multiflora), no suele superar los tres metros, pero es un arbusto que me encanta especialmente, no solo por sus frutos rojos alimentarios cuando están maduros, sino también por la belleza de sus hojas, con un plateado en el envés precioso, y por sus flores blancas muy melíferas.


En la foto, un ejemplar desarrollado que ya alcanza los dos metros de altura, al igual que el joven árbol (Cedrus atlántica glauca) que le acompaña, que seguro que llegará a ser un gran árbol. Un día, estas dos plantas configurarán una linda conjunción.


La fruta del Eleagno gris es altamente medicinal, siendo el licopeno (antioxidante poderoso), una de sus substancias más preponderantes.   

Acer monspessulanum

 

GRUPO A: Silvestres -Arctoterciarios-

SECTOR DEL JARDÍN: Zona bosque subtropical 

Es este es uno de los arces más emblemáticos del Mediterráneo, el comúnmente llamado arce de Montpellier. 


De la familia de las Sapindáceas, nacen los primeros arces primitivos a finales del Cretácico, un género que no aparece en Europa hasta el Eoceno, hace unos 56 m.a. y que es perteneciente a esos árboles arctoterciarios norteños devenidos del enfriamiento terciario. Precisamente, está especie, monspessulanum, junto al granatense y el opalus, fueron los primeros en llegar a Europa y los que mas tarde poblaron sus zonas mas sureñas para mantenerse hasta la actualidad.


En Andalucia hay presencia de estos arces durante todo el Mioceno y Plioceno. Refugiados en los lugares más calientes, sobrevivieron a las glaciaciones sin problemas, configurándose hoy como especies autóctonas de gran importancia. 


El ejemplar que muestro hoy de Arce de Montpellier lleva ahí casi diez años, va lento debido a que solo recibe agua de lluvia y se mantiene gracias a la sombra de pinos, madroños, quejigos, etc...


Este antiguo Acer, tan propio de los climas Mediterráneos y que llega hasta más allá del sur del Mar Caspio, como todos los demás arces, pertenece a la familia de las Sapindáceas y no suele crecer más de 15 metros. 

Viburnum lucidum

 

GRUPO A: Silvestres -Laurisilvas-

SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva

Durante el terciario, el género Viburnum fue uno de esos componentes destacados de las laurisilvas europeas. 


El nombre común de Durillo le viene porque tienen las hojas coriáceas. Es una característica típica de todas las plantas lauroides, que debían desprenderse de la humedad constante de aquellos bosques. 


Dentro de todas las especies del género, la más conocida y superviviente es el Viburnum tinus, que fue capaz, no solo de adaptarse al sotobosque de los bosques subtropicales caducifolios, sino que también se adaptó a situaciones posteriores más difíciles de  glaciaciones y sequías. Hoy lo podemos encontrar en muchos recodos de nuestra geografía, en las umbrías de las cañadas.


Sin embargo, la mayoría de las otras especies del género desaparecieron de Europa, entre ellos, el Viburnum lucidum, o Durillo chino. Está especie, más exigente en húmedad y sombras, ha sido incorporado a este jardín y se muestra muy bien. Sus hojas son más brillantes que el común, de ahí su apodo de lucidum. Al igual que su primo tinus, el lucidum, en ambientes mediterráneos, sobrevive mucho mejor si se encuentra en las semisombras de las arboledas más altas. Este ejemplar que muestro en la imagen, se encuentra bajo un pino carrasco y un alcornoque, en una situación de sol directo de unas dos horas al día.  


El durillo chino pertenece a la familia de las Adoxáceas, siendo un arbusto perennifolio, a veces semipersistente, y de gran resistencia, que puede llegar a los tres metros de altura. Tanto sus hojas como sus frutos son tóxicos, con los que no se le dan propiedades alimentarias ni medicinales. 

Al contrario que el Prunus lusitana, puede aguantar ciertos grados de sequía, pero no demasiada. 

Prunus Lusitania

 

GRUPO A: Silvestres -Laurisilvas-

SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva

Conocidos por todos son esos frutales del género Prunus, que fueron llamados "gomosos" por los antiguos. Almendras, ciruelas, cerezas, melocotones y albaricoques, entre otros, conforman ese grupo de frutas que dieron y dan de comer al humano desde hace milenios, y los antecesores de tales frutas, al homínido desde hace unos 6 millones de años. Se trata, por tanto, de uno de los alimentos más primigenios que han llegado a la actualidad en los climas mediterráneos y templados. 


Los mamíferos aparecieron a finales del Cretácico, justo en el mismo tiempo que los Prunus. Al principio, no daba frutos comestibles, pero fueron acomodándose para alimentar a los primeros primates. 


Esta especie que presentamos hoy, Prunus lusitanica -loro o laurel de Portugal-, es uno de esos ancestros de nuestros frutos prúnicos actuales. Un auténtico fósil viviente frutal, de los abuelos más antiguos de los primeros bosques subtropicales. 


Gracias Loro, es una suerte contemplarte y que toques aún nuestra tierra.


Aunque es una especie eminentemente laurisílvica, que necesita temperaturas suaves y altos grados de humedad tanto edáficos como en el ambiente, y que la hace naturalizarse al borde de los riachuelos, pequeñas cascadas y barrancos húmedos de montaña; con el cuidado adecuado, pensamos que puede adaptarse perfectamente a ambientes un poco más secos, siempre y cuando estén en semisombra y con cierta humedad ambiental, aunque sea ocasional. 

Sus hermandades inseparables en la península Ibérica, dentro de las arbustivas, son esos perennes de hoja lauroide, como son los durillos, laureles, acebos y madroños, entre otros, que conviven hoy con árboles perennifolios como los alcornoques y esos otros arctoterciarios de bosques caducifolios del tipo a quejigos, melojos, castaños y fresnos.