Sección 1: Muestrarios monográficos de plantas

jueves, 13 de marzo de 2025

Syringa vulgaris

 

Syringa vulgaris. J. Botánico Jamchen

GRUPO B: Silvestres medicinales -Arbustos mediterráneos-

SECTOR DEL JARDÍN: Zona de autóctonos

El lilo, de nombre científico Syringa vulgaris, es un arbusto oriundo del mediterráneo occidental bien naturalizado en el Este y norte de Europa. Esta planta caduca, amante del frío y del agua, tiene unas flores de color lila y blancas muy bonitas y aromáticas, por eso es frecuentemente usada en jardinería. 


Aunque la conocemos como típica de las regiones frías y húmedas, en realidad es perteneciente a la familia de las Oleáceas, lo que nos da información sobre sus orígenes mediterráneos, y es por eso que también necesita el calor y aguante cierta xericidad. Esta particularidad originaria, permite que no le cueste mucho adaptarse a regiones más cálidas y secas, como son estas montañas sureñas. El ejemplar que hay en este jardín, que muestra buena capacidad de adaptación, tiene algunas horas de sol de mañana y se encuentra bien arropado por arboles silvestres frutales, con arboledas de coníferas y otras caducifolias al sur y al oeste.


Tanto las hojas, como las flores y la corteza contiene propiedades medicinales especiales para los problemas digestivos, con lo que se puede consumir, hojas y flores, en infusiones como tónico estomacal, siendo muy digestivo y un buen aperitivo.    

martes, 11 de marzo de 2025

Pinus sylvestris y Pinus densiflora

GRUPO B: Silvestres medicinales y alimentarios 
SECTOR: Zona de autóctonos y zona de Terciarios

Rescatamos el artículo: el origen de las coníferas con la intención de recordar la importancia que es tomar consciencia del origen de toda existencia. Cuando observamos cualquier ser vivo de la Naturaleza, debemos ver en él, conocer de él, la representación exacta de lo que fue ese ser hace millones de años, o miles de años... Entonces, realizado este paso, podemos abrirnos a un conocimiento más esencial, certero y verdadero de la misma existencia, pues lo que es en un objeto, lo es en cualquier otro objeto.  


Así, cuando observamos las acículas de una conífera cualquiera, podemos ver en ellas las hermosas y grandes acículas de las mismas Cordaitales del Carbonífero de hace 350 millones de años, o las del primitivo género Walchia, un poco más evolucionado que el anterior. Esta comprensión nos ayuda, no sólo a entender el proceso pasado-presente-futuro de la vida de todo árbol o vegetal, sino también de todo humano, y de nosotros mismos.


Pinus sylvestris. J. Botánico Jamchen

Las dos coníferas que vamos a ver hoy son dos clases de pinos rojos. El color rojo les viene porque ambos tienen la corteza del tronco anaranjada, sobre todo en sus partes altas, lo que le da un aspecto muy particular y bello. Aunque ambos tienen un nombre común parecido y están estrechamente emparentados, sus procedencias son muy diferentes. 


El primero de ellos es el pino rojo occidental, o también llamado pino albar (Pinus sylvestris), se trata de un pino muy típico de las zonas frías del Hemisferio norte. En la Península Ibérica, están establecidos, de forma natural, en los nortes cantábricos y en las sierras centrales de Gredos y Guadarrama, entre otros. Más al sur, se encuentran en las sierras de Baza y en Sierra Nevada. En la Sierra de Tejeda, existen masas reintroducidas de este pino silvestre, que ya se encuentran naturalizadas y que componen un espectáculo maravilloso en el piso boscoso de mayor altitud, entre los 1.300 y los 1.600 de altitud, aproximadamente. Viendo su evolución, no hay duda de que es un árbol oriundo de estas zonas que debió ser muy común en otros tiempos más fríos.   


El pino rojo occidental posee grandes virtudes medicinales e incluso alimentarios, en Suecia, usan los bordes jóvenes para añadir a las ensaladas o comerlos directamente como aperitivo. Con las hojas y yemas, se hacen infusiones muy eficaces para todo tipo de afecciones respiratorias y dolores reumáticos, así como para las dolencias bucales.  También es considerado como un buen antiséptico, antiviral y febrífugo. Del mismo modo, de este árbol se extrae un aceite esencial muy valorado, que está indicado especialmente, con usos externos, para estas dolencias mencionadas. 


Pinus densiflora. J. Botánico Jamchen
El segundo pino rojo es el pino rojo japonés, llamado científicamente, Pinus densiflora. Se trata de un pino de gran hermosura oriundo de las bajas montañas de todo el Extremo Oriente, desde China, Japón, Corea y el sudeste de Rusia. Con sus acículas finas y de un color verde brillante, este pino rojo porta una elegancia especial que pocos pinos tienen. Es por ello que es muy usado en jardinería y para hacer bonsais. 


En la cocina japonesa, los brotes jóvenes son usados en diversos platos (sopas, ensaladas y guisos) y están muy bien considerados por su sabor delicado y su valor nutritivo. En medicina tiene apreciaciones y aplicaciones, similares al pino silvestre, destacando el tratamiento para las vías respiratorias. 


En este jardín botánico se cuenta con dos ejemplares de pino rojo japonés, uno en la zona de autóctonos y otro en la zona de Terciarios. En cuanto al pino rojo occidental, hay catalogados tres ejemplares, dos de ellos, ya adultos, en la zona de autóctonos y uno, más joven, en la zona de Terciarios. 

  

domingo, 9 de marzo de 2025

Cistus ladanifer subsp. africanus y subsp. ladanifer

 

Cistus ladanifer subsp. africanus

GRUPO B: Silvestres medicinales -Arbustos mediterráneos-

SECTOR DEL JARDÍN: Zona de autóctonos y bancales antiguos bajos.

El Cistus ladanifer subsp. africanus es una especie de jara pringosa autóctona muy particular de las sierras del sur de Andalucía oriental hasta Cádiz. También es autóctona de Argelia y Marruecos, de ahí su sobrenombre científico africanus.


En este jardín botánico contamos con dos ejemplares que se sitúan en la zona de autóctonos, justo en el límite del sector de la Pequeña laurisilva. Aunque no es excesivamente difícil de encontrar en estas sierras, se trata de una jara muy especial debido a su particularidad. Se distingue de su hermana común, la Cistus ladanifer subsp. ladanifer (jara pringosa común), en que sus hojas son de un verde más pálido y un poco menos brillantes y en la flor, que es completamente blanca, sin las manchas típicas de la subsp. ladanifer. En la segunda imagen que mostramos, podemos ver este segundo tipo de jara pringosa, que es muy común en todo el Mediterráneo oriental, incluyendo Francia.  En este caso, la encontramos acompañada de buenas masas de guisantes silvestres primaverales, un ciprés común columnar y un pino negro japonés. En este momento, se catalogan tres ejemplares de este tipo de jara pringosa, introducidas y establecidas, en la zona de autóctonos y en la zona de bancales antiguos bajos. 

  

Cistus ladanifer subsp.ladanifer
Cistus ladanifer subsp. ladanifer
Aunque casi todas las jaras contienen propiedades medicinales, en mayor o menor medida, la jara pringosa es la que más se utiliza para estos fines, además de para elaborar perfumes. Esto es debido a que sus hojas contienen y emanan ládano, que es una substancia resinosa altamente aromática que le dan ese aspecto brillante y pringoso. Con solo frotar un poco los dedos, podemos percibir un intenso olor perfumado.

Aparte de su uso extendido en perfumería y para hacer sahumerios, antiguamente, se usaba el ládano también para elaborar jarabes para la tos, como antiséptico, para los dolores musculares y reumáticos, haciendo emplastos y pomadas con sus hojas, y para el dolor de oídos, mezclados con hidromiel o agua de rosas. Del mismo modo, fue usado para detener la caída del cabello cuando era mezclado con vino. 

Por supuesto, no olvidamos mencionar las funciones melíferas de las jaras pringosas, tan importantes para el buen desarrollo de todo ecosistema. Sin duda alguna, las grandes virtudes de esta planta son excepcionales y no pueden pasarse por alto en ningún bosque Natural de alimentos del Mediterráneo. Démosle toda la honorabilidad que merece.     



sábado, 8 de marzo de 2025

Quercus glauca y Quercus myrsinaefolia

 

Quercus glauca

GRUPO A: Silvestres -Laurisilvas-

SECTOR DEL JARDÍN: Zona de Quercus.

En la sección Cyclobalanopsis de los Quercus, tenemos esas antiquísimas siempre verdes del Cretácico y principios del Terciario, que convivían junto a los Castanopsis, los Lithocarpus y los Trigonobalanus, las otras Fagáceas de las Laurisilvas europeas. Todas ellas ancestros de nuestros Quercus actuales.

En este jardín botánico, se han plantado, desde hace años, varias especies de esta sección, los resultados son espectaculares, pues crecen sanos y fuertes a pleno sol, aunque rodeados de otros Quercus de otras secciones, aún no crecieron lo suficiente para sombrearlos un poco. 


Los Quercus de esta interesantísima sección que presento hoy son dos: el primero es el Quercus glauca, comúnmente llamado roble azul del Japón (imagen 1) y el segundo es el Quercus myrsinaefolia, cuyo nombre común es roble de hoja de bambú o roble de hoja de almez o encino laurel (imagen 2). Ambos se encuentran muy cercanos, parecen ayudarse mucho, teniendo en cuenta que están rodeados de un supuesto ecosistema aún hostil para su natural procedencia. 

Quercus myrsinaefolia
El roble de hoja de bambú es originario de China y Japón, y suele crecer lentamente y con un tamaño pequeño, unos 10 metros de altura, como un madroño. Dicen que es uno de los robles de hoja caduca más resistentes. Y no me extraña, viendo su forma de crecer.
En cuanto al roble azul del Japón, es originario de Japón, China y Corea hasta la zona oeste de Afganistan. Se trata de un árbol mediano, un poco mayor que el anterior, ya que puede alcanzar los 15 o 20 metros de altura.

Aún no sé para estos dos casos, pero la mayor parte de las bellotas de los Quercus, por no decir en su totalidad, son comestibles; aún con su amargor, existen sistemas muy sencillos para hacerlos dulces. Quizás sea cuestión de probar un día, cuando fructifiquen... Las bellotas son uno de los alimentos vegetales, altamente nutritivos, más antiguos que existen. 

Vinca minor

 
GRUPO B: silvestres medicinales. Arbustos mediterráneos.
SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva y bancales bajos de cultivo 
La vincapervinca, o también llamada hierba doncella (en latín Vinca minor), es una bellísima planta siempreverde, subarbustiva y enredadera, que forma colonias que pueden llegar a cubrir densamente espacios de cobertura muy expandidas.

Sus delicadas flores de color lila muy claro se mantienen en la planta durante casi prácticamente todo el año desde el mes de marzo, escenificando, junto a verde intenso de sus hojas, un espectacular paisaje dentro del bosque.                                                             
La hierba doncella, que pertenece a la familia de las Apocynáceas -compuesta por árboles, arbustos, hierbas y lianas tropicales y subtropicales-, se adaptó perfectamente a ambientes más xéricos, llegando a ser, hoy día en los sures mediterráneos, una silvestre muy común en los recodos de las cañadas, e incluso en las huertas más sombrías.

El ejemplar que se muestra en las imágenes, no fue plantado por manos humanas, vino por sí mismo en cuanto el asombroso Quercus canariensis, que cubre sus cielos, fue creando masa y sombreando la zona. A pesar de su imponente carácter, deja espacio a otras plantas de cobertura, permitiendo convivencia con arbustos adultos de romeros, también imponentes, y otras más sutiles como las masas de las comestibles collejas, que crecen a los pies del roble. Esta vincapervinca  también está sombreada por un Rhamnus alaternus (aladierno), un Acer pseudoplatanus y un par de Prunus dulcis (almendros), que fueron los árboles madres de este bosque. En las zonas de los bancales antiguos bajos, donde hay cultivados aguacates y nogales pecanos, también la hierba doncella ha encontrado su lugar, y cada año se extiende más.              

Nos encontramos frente a una de las plantas más poderosas medicinalmente. El origen de toda medicina, se encuentra en las plantas y el humano las ha usado para este fin desde el comienzo de su existencia. Tradicionalmente, la infusión de las hojas y flores de la vincapervinca, secadas previamente, se ha utilizado para cortar las hemorragias, tomadas dos tazas al día, también se ha usado su decocción, con la misma administración, dos tazas al día, para retirar la leche de las madres. En Sudamérica, con las flores en infusión ha servido, desde muy antiguo, para hacer gargarismos para beneficiar a las amígdalas. Del mismo modo, en forma de cataplasmas, se ha aplicado externamente para combatir los infartos de miocardio. Debido al gran contenido en alcaloides, sus principios activos son muy numerosos, con lo que sus aplicaciones son muy variadas. Hoy día, se le conocen aplicaciones muy importantes como vasodilatador coronario y cerebral, mejorando la oxigenación y el aporte de sangre al corazón y al cerebro, con lo que se recomienda para personas mayores con problemas de riego cerebral, alteración de memoria, vértigos, insuficiencia coronaria, arterioesclerosis, fragilidad capilar, etc. Es también antidiabético, analgésico, antitumoral,..., las virtudes de esta planta son impresionantes.

Pese a todo lo expresado, es muy relevante saber que la administración de esta planta, debe ser siempre muy responsable, meticulosa, prudente y con un conocimiento avalado por expertos en la materia. Muy importante aplicar siempre pruebas y tomar descansos. Como norma general, se debe conocer que, salvo casos muy especiales como la melisa, no debe tomarse ninguna planta más de 15 días de tratamiento seguidos. Se sabe que sus alcaloides poderosos contienen su parte de contraindicación sobre algunas tipos de enfermedad, como toda planta potente medicinalmente, y puede tener también interacciones con ciertos fármacos, con lo que no es recomendable usarlo sin un buen conocimiento y, sobre todo, no combinarlos nunca con ellos. Los fármacos artificiales contienen muchas contraindicaciones y pueden actuar negativamente conjuntadas con las plantas de este calibre, que son la verdadera medicina.                           

viernes, 7 de marzo de 2025

Sorbus aria, Sorbus doméstica y Pistacia lentiscus

GRUPO B: Frutales silvestres medicinales
SECTOR DEL JARDÍN: Zona de autóctonos 
El género Sorbus pertenece a esa clase de árboles arctoterciarios que se refugiaron en el sur de Europa durante las glaciaciones y que han conseguido llegar a nuestros días. El Sorbus aria, o también llamado comúnmente mostajo, como especie tipo y emblemática del género,  es un árbol frutal silvestre  protegido dentro de la comunidad de Andalucía, ya que necesita de ecosistemas muy especiales con frío y humedad suficientes, con lo que, en estas tierras sureñas, tiene un alto valor ecosistemático.

Las zonas donde podemos encontrarlos con buenas masas forestales, dentro de la Sierra de Tejeda donde nos encontramos, se sitúan dentro del piso supramediterráneo, a partir de los aproximadamente 1.400 o 1.500 metros de altitud, en las caras nortes de las montañas. Convive con especies también muy valiosas como son los rebollos -Quercus pyrenaica-, los espinos albares -Crataegus monogyna-, entre otras plantas de su tipo.

En este jardín botánico, que se encuentra a unos 800 metros de altitud y su cara mirando al sur, contamos con un ejemplar, que, desde hace años, se mantiene casi arbustivo, de momento, ya que le cuesta crecer en altura debido a los rigores veraniegos.  Habrá que esperar un poco más para ver si mejora y el bosque circundante se desarrolla lo suficiente para que le sirva de mayor protección.

La pulpa sin la piel de los frutos maduros del mostajo son comestibles y contienen también buenos valores medicinales, al igual que sus flores en infusión. Son diuréticos, enemagogos y un poco laxantes.                                                                                      


GRUPO B: Frutales medicinales 

SECTOR DEL JARDÍN: Zona de autóctonos

Dentro del género Sorbus, encontramos una especie llamada Sorbus domestica, o Serbal común, que, aunque tiene su vertiente silvestre en Andalucía oriental, con lo que no es naturalmente propia de esta sierra de Tejeda, es cultivada, desde tiempos antiguos, en muchas zonas del mediterráneo. Normalmente se injerta en patrones de Sorbus torminalis, que son muy resistentes.


Tenemos un ejemplar en este jardín bastante bien acoplado, que acompaña al Sorbus aria anteriormente descrito y conviviendo también al lado de un lentisco, tal como podemos apreciar en la imagen.


Las frutas del Sorbus domestica son llamadas serbas y contienen excelentes propiedades nutricionales y medicinales, gracias a los polifenoles y otras sustancias maravillosas que le dan poderosas virtudes antioxidantes. De entre sus cualidades más valoradas, se encuentra sus altos contenidos en minerales y vitaminas, en concreto la vitamina C, que es una de sus mayores potenciales, superando con creces a las naranjas o incluso al kiwi.


GRUPO C: Silvestres medicinales. Arbustos mediterráneos

SECTOR DEL JARDÍN: Zona de autóctonos
La familia de las Anacardiáceas, rica en componentes resinosos, tiene su origen a finales del Cretácico y se distribuyó ampliamente en las zonas tropicales, subtropicales y templadas del mundo. Contiene diversos géneros, de entre los que se encuentran , entre otros, apreciadas plantas como los mangos -Mangífera indica-, las nueces de merey -Anacardium excelsium-, los zumaques -Rhus coriaria-, el pimentero falso -Schinus mole- y los pistachos silvestres y cultivados, que son especies del género Pistacia como el que vamos a ver hoy, el Pistacia lentiscus.

El lentisco es una planta arbustiva que, desde sus ancestros subtropicales, consiguió adaptarse muy bien a los cambios del Mediterráneo, con lo que, junto con los Quercus, los Juniperus, los Olea, los Philllyrea y los Rhamnus, entre otros, es un miembro más de la maquina xerotermófila, que soportaban, y siguen soportando, hábitats con sequías estivales e inviernos suaves.

Los lentiscos consiguen sobrevivir en climas un poco más frescos y continentales, hay registros polínicos de su presencia en estas zonas ya desde más allá del epipaleolítico, pero, donde le gusta más estar, al contrario que sus primas las cornicabras y los pistachos de fruto, es junto al mar Mediterráneo, donde hay temperaturas más suaves.

Se dice que las hojas del lentisto se usaban en remojo con agua para tomar antes de las comidas para abrir el apetito, y con su infusión era un buen tratamiento astringente, para parar cortar las diarreas, así como para el dolor de muelas, usadas como enjuague tanto hojas como flores en infusión.También se decía que las hojas machacadas, mezcladas con vino y bebidas era un excelente remedio con otra la mordedura de serpientes y otros animales. En la muy antigua Grecia, con la almáciga de su resina, se consumían como chicles, previniendo y curando las enfermedades de los dientes y encías.
El fruto no es comestible para los humanos , pero para los pájaros es muy apetitoso, con lo que le da un valor extra importantísimo al ecosistema.

Con todo ello, esta hermosa planta no debería faltar en los bosques naturales de alimentos de las regiones mediterráneas. En la imagen que se muestra, se puede observar un ejemplar ya adulto de Pistacia lentiscus, que convive, entre otras plantas, con el serbal común, mencionado anteriormente, y cipreses leylandis. 

martes, 7 de enero de 2025

Prunus persiga var. platycarpa y Teocrium fruticans

 

GRUPO C: Frutales

SECTOR DEL JARDÍN: Zona de bancales antiguos

De la familia de los Prunus alimentarios nos llega el Prunus persica variedad platycarpa, o comúnmente llamado paraguayo. Se trata de un árbol frutal originario de la China que cambió de forma natural de características desde el melocotonero. 


Esta especie, con una fruta más achatada que el melocotón, es una muestra maravillosa de cómo la Naturaleza varía sus condiciones a un libre albedrío, aun con sus causas diversas, sin que el humano tenga que hacer mucho. Dejar a la Madre Natura ser por ella misma, sin forzarla con nuestros diversos intereses, aun nosotros cultivándola y colaborando para nuestro provecho alimentario, permite que Ella pueda mostrar sus fascinantes mutaciones, alegría y gozo para todos nosotros. 


En este jardín existen tres ejemplares de paraguayos repartidos en la zona de los bancales antiguos. En la imagen que se muestra, aparecen dos de ellos, de unos ocho y diez años de edad, durante su tiempo otoñal. Como casi todo el resto de los frutales que se encuentran aquí, nunca fueron abonados, ni podados, ni tratados con ningún tipo de antiplagas. Aunque hubo, en tiempos iniciales, cierta desmejora por adaptación, finalmente, los arbolillos cogieron su lugar y, desde hace unos pocos años, ya fructifican sin problemas. 


El problema que tienen los arboles frutales que provienen de los viveros comerciales es que, debido a un podado excesivo y al uso indiscriminado y feroz de fertilizantes y otros químicos, les cuesta mucho adaptarse a la tierra y al cultivo natural. Pero es posible revertir esa naturaleza artificializada; con un poco de paciencia y sin perderles de vista en su cuidado, terminan por ser capaces de superarlo. Ciertamente su liberación les cuesta pero, una vez traspasados los escollos, son tremendamente felices y te dan la mejor fruta posible. 


Los dos paraguayos de la imagen, cuando fueron plantados (uno, años antes que el otro), aún no tenían un ecosistema adecuado, se encontraban en un rincón un poco difícil. Pero, poco a poco, crecieron más los árboles protectores de los vientos y además, fui acompañándoles de otras diversidades compañeras y hoy, por fin, viven en un entorno adecuado, complementándose con madroños compañeros, entre otras arboledas, y en sus coberturas, con muchas plantas silvestres y otras incorporadas, como los azules ajenjos que hay a sus pies y la planta que también voy a presentar hoy, el Teocrium fruticans.       


GRUPO A: Silvestres

SECTOR DEL JARDÍN: Zona de bancales antiguos

Existen no pocas plantas que se llaman olivillas, por aquello de que sus follajes aparentan la forma o el mismo color que el olivo, pues bien, el Teocrium fruticans es uno de ellos. Se trata de un arbusto autóctono que nos ofrece un semblante verde gris, denso y alborotado, y unas florecitas primaverales de un azul intenso. En la zona donde se encuentra, el azul grisáceo de la olivilla junto al de los ajenjos y los agapantos que se encuentran a su lado, predominan hermosamente y se combinan en otoño con los anaranjados maravillosos de los paraguayos, los verdes intensos de los madroños y los dorados de otros frutales, como el moral blanco que se alza unos metros atrás, o los albaricoques, un poco más lejos. Este periodo otoñal es excepcionalmente bello, pero genera un espectáculo increíble también, en las otras diferentes estaciones del año. 


El Teocrium fruticans pertenece a un género de plantas arbustivas típicas del clima mediterráneo que requieren sol directo. En su ambiente natural, crecen en los claros de nuestros bosques de Quercus de hoja perennifolias, como las encinas y los alcornoques y de pinares. Es un arbusto realmente lindo, muy a tener en cuenta para acompañar nuestras emboscadas de frutales y silvestres diversos. En este jardín, solo existe este ejemplar que se muestra altivo en la imagen y que ya alcanza casi los dos metros de altura y el metro de ancho, pero no dejamos la posibilidad de introducir más olivillas. A su debido tiempo, en el lugar que la naturaleza nos pida.