Sección 1: Muestrarios monográficos de plantas

martes, 7 de enero de 2025

Prunus persiga var. platycarpa y Teocrium fruticans

 

GRUPO C: Frutales

SECTOR DEL JARDÍN: Zona de bancales antiguos

De la familia de los Prunus alimentarios nos llega el Prunus persica variedad platycarpa, o comúnmente llamado paraguayo. Se trata de un árbol frutal originario de la China que cambió de forma natural de características desde el melocotonero. 


Esta especie, con una fruta más achatada que el melocotón, es una muestra maravillosa de cómo la Naturaleza varía sus condiciones a un libre albedrío, aun con sus causas diversas, sin que el humano tenga que hacer mucho. Dejar a la Madre Natura ser por ella misma, sin forzarla con nuestros diversos intereses, aun nosotros cultivándola y colaborando para nuestro provecho alimentario, permite que Ella pueda mostrar sus fascinantes mutaciones, alegría y gozo para todos nosotros. 


En este jardín existen tres ejemplares de paraguayos repartidos en la zona de los bancales antiguos. En la imagen que se muestra, aparecen dos de ellos, de unos ocho y diez años de edad, durante su tiempo otoñal. Como casi todo el resto de los frutales que se encuentran aquí, nunca fueron abonados, ni podados, ni tratados con ningún tipo de antiplagas. Aunque hubo, en tiempos iniciales, cierta desmejora por adaptación, finalmente, los arbolillos cogieron su lugar y, desde hace unos pocos años, ya fructifican sin problemas. 


El problema que tienen los arboles frutales que provienen de los viveros comerciales es que, debido a un podado excesivo y al uso indiscriminado y feroz de fertilizantes y otros químicos, les cuesta mucho adaptarse a la tierra y al cultivo natural. Pero es posible revertir esa naturaleza artificializada; con un poco de paciencia y sin perderles de vista en su cuidado, terminan por ser capaces de superarlo. Ciertamente su liberación les cuesta pero, una vez traspasados los escollos, son tremendamente felices y te dan la mejor fruta posible. 


Los dos paraguayos de la imagen, cuando fueron plantados (uno, años antes que el otro), aún no tenían un ecosistema adecuado, se encontraban en un rincón un poco difícil. Pero, poco a poco, crecieron más los árboles protectores de los vientos y además, fui acompañándoles de otras diversidades compañeras y hoy, por fin, viven en un entorno adecuado, complementándose con madroños compañeros, entre otras arboledas, y en sus coberturas, con muchas plantas silvestres y otras incorporadas, como los azules ajenjos que hay a sus pies y la planta que también voy a presentar hoy, el Teocrium fruticans.       


GRUPO A: Silvestres

SECTOR DEL JARDÍN: Zona de bancales antiguos

Existen no pocas plantas que se llaman olivillas, por aquello de que sus follajes aparentan la forma o el mismo color que el olivo, pues bien, el Teocrium fruticans es uno de ellos. Se trata de un arbusto autóctono que nos ofrece un semblante verde gris, denso y alborotado, y unas florecitas primaverales de un azul intenso. En la zona donde se encuentra, el azul grisáceo de la olivilla junto al de los ajenjos y los agapantos que se encuentran a su lado, predominan hermosamente y se combinan en otoño con los anaranjados maravillosos de los paraguayos, los verdes intensos de los madroños y los dorados de otros frutales, como el moral blanco que se alza unos metros atrás, o los albaricoques, un poco más lejos. Este periodo otoñal es excepcionalmente bello, pero genera un espectáculo increíble también, en las otras diferentes estaciones del año. 


El Teocrium fruticans pertenece a un género de plantas arbustivas típicas del clima mediterráneo que requieren sol directo. En su ambiente natural, crecen en los claros de nuestros bosques de Quercus de hoja perennifolias, como las encinas y los alcornoques y de pinares. Es un arbusto realmente lindo, muy a tener en cuenta para acompañar nuestras emboscadas de frutales y silvestres diversos. En este jardín, solo existe este ejemplar que se muestra altivo en la imagen y que ya alcanza casi los dos metros de altura y el metro de ancho, pero no dejamos la posibilidad de introducir más olivillas. A su debido tiempo, en el lugar que la naturaleza nos pida.  

domingo, 5 de enero de 2025

Viburnum tinus

 

GRUPO A: Silvestres -Laurisilvas-

SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva y zona de los autóctonos.

Rescatamos lo que ya fue expresado en la publicación relativa al Viburnum lucidum, que nos servirá de introducción para presentar esta especie que es tan conocida por todos, el Durillo :

 

"Durante el terciario, el género Viburnum fue uno de esos componentes destacados de las laurisilvas europeas. 


El nombre común de Durillo le viene porque tienen las hojas coriáceas. Es una característica típica de todas las plantas lauroides, que debían desprenderse de la humedad constante de aquellos bosques. 


Dentro de todas las especies del género, la más conocida y superviviente es el Viburnum tinus, que fue capaz, no solo de adaptarse al sotobosque de los bosques subtropicales caducifolios, sino que también se adaptó a situaciones posteriores más difíciles de  glaciaciones y sequías. Hoy lo podemos encontrar en muchos recodos de nuestra geografía, en las umbrías de las cañadas."

De la experiencia que obtenemos de esta planta, siendo perteneciente a aquellas antiguas laurisilvas, de climas cálidos y húmedos, podemos observar una capacidad magnífica de adaptación a medios ambientes mediterráneos que la hacen autóctona. A pesar de que, en la sierra donde está situado este botánico, solo la encontramos refugiada, por su propia naturaleza, en los bordes de los arroyos, se adapta perfectamente, incluso a pleno sol, siempre que le demos unas mínimas condiciones de humedad y ecosistema. 


Sin embargo, si hablamos de bosque ya formado, podemos introducirla sin problemas  dentro de él sin demasiadas trabas. Cubiertos en la semisombra y con un manto natural ya maduro de materia orgánica de las hojas de los árboles que le refugian, el durillo mostrará total lozanía sin que sea necesario riego alguno.

El ejemplar que muestro en esta última imagen tiene entre seis y siete años, se encuentra sombreado por un Quercus canariensis, un Ulmus pumila y dos Quercus suber. Desde que lo planté en este lugar, jamás lo he regado, superando los periodos estivales extremadamente secos y largos. Este suceso también se ha producido en otros tipos de plantas típicamente necesitadas de humedad y que, a buen seguro, les dedicaremos su espacio un día. Es importante recordarles que, en este lugar, hace unos 21 años, sólo había algunos almendros dispersos que hoy todavía viven, felizmente inmersos en este bosque, dando sus almendras todas las temporadas.   


No hace más de unos días, cuando fui a colocar en el suelo el cartel a este ejemplar, me quedé muy sorprendido de la cantidad de turba que esta tierra maneja, casi una cuarta de espesor de carbono puro y otros nutrientes. Verdaderamente impresionante. 

 

No dejamos de insistir en el inconmensurable valor que tiene el bosque silvestre junto a nuestros cultivos.  


En este momento, se encuentran catalogados cinco ejemplares de Viburnum tinus en este jardín natural botánico.    

 



viernes, 13 de diciembre de 2024

Ulmus pumila

 

GRUPO A: Silvestres -Arctoterciarios
SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva, zona Quercus y zona bosque subtropical.

Los Ulmus son uno de esos géneros antiguos pertenecientes a los arctoterciarios, que son aquellos que tuvieron un origen holártico y donde, referidas a las angiospermas, se hicieron caducifolios para poder combatir los fríos de los inviernos que acontecieron con el comienzo del Terciario, dando fin a millones de años de clima tropical generalizado. 

Perteneciente al orden botánico de las Rosales, los miembros de la familia de las Ulmáceas, en unos principios, al igual que el resto de las angiospermas arctoterciarias, vivían en regiones tropicales. Con el tiempo, se desplazaron hacia el norte a regiones más templadas, y fue cuando empezaron a mudar sus hojas. Hoy día, la gran mayoría de esta familia son caducifolias.   

Dentro de esta familia, donde también se encontraban géneros como los Zelkova, el género Ulmus fue, y sigue siendo, un magnífico superviviente, capaz de resistir las glaciaciones (al contrario que los Zelkova, que desaparecieron) y poblar, desde entonces hasta la actualidad, una buena parte de las riberas, arroyos y barrancos de las zonas más meridionales de Europa. 

La especie que hablamos hoy, Ulmus pumila, de nombre común, Olmo de Siberia, es un auténtico poderoso, resiste la grafiosis, una desastrosa  enfermedad que ha atacado a los olmos, y que los ha puesto en grave peligro. Además, de tener un bellísimo porte, el olmo de Siberia aguanta sequías relativas mediterráneas y se reproduce con gran facilidad, generando muchos retoños a su alrededor, allá donde se ha establecido. 
Desde el punto de vista de la Agricultura Natural, es un excelente partidario para combinar con nuestras plantas alimentarias. De los 5 ejemplares catalogados que se mantienen ya adultos en este jardín natural botánico, excepto el que está en la zona de los Quercus, se encuentran todos junto a frutales, ya sean estos nísperos, o almendros, o perales, o limoneros, así como al lado de ciruelos japoneses. Todos ellos fueron trasladados desde su seno materno, nacidos bajo las sombras de un ejemplar maravilloso que ya alcanza los cielos y que se puede contemplar en la primera imagen que anexo en este artículo.       

lunes, 9 de diciembre de 2024

Dicksonia antarctica

 

GRUPO B: Silvestres alimentarios -Primeras gimnospermas, bosque subtropical.
SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva

En plena era Paleozoica, durante un periodo llamado Carbonífero, que comenzó hace 359 millones de años, surgieron grandes bosques de Pteridofitas (helechos) dentro de hábitats tropicales donde vivían los primeros reptiles e insectos voladores. En este mundo remoto, cálido, lluvioso y con tanto oxígeno, todo se formó con grandes tamaños, se desarrollaron libélulas, escorpiones y ciempiés gigantes de 1 metro, y los helechos también compartieron esta cualidad. Estos helechos enormes convivían también con otros vegetales arbóreos primitivos ya desaparecidos, como los Lepidodendron, las Sigillarias y las Medullosas, entre otros. 


Los helechos gigantes permanecieron durante millones de años hasta la mitad de la era Mesozoica, durante el Jurásico, donde terminaron por desaparecer. Sin embargo, han quedado pequeños vestigios de esta primera flora gimnosperma en algunas zonas de Australia. 


Gracias a esta asombrosa adaptación a los enfriamientos y los múltiples cambios sucedidos, hoy tenemos la gran suerte de poder disfrutar en vivo de uno de los vegetales más antiguos que han sobrevivido desde casi los primeros tiempos de la vida vegetal


Uno de estos vestigios es la especie que aquí presento, la Dicksonia Antarctica, o comúnmente llamada, helecho arbóreo de Tasmania. Esta especie, que convivió con los dinosaurios durante el Jurásico, y a pesar de su origen subtropical, se adaptó perfectamente a condiciones de climas más templados, sin fríos excesivos con heladas suaves. Eso sí, necesita de humedad ambiental y vivir en las semisombras. 


Esta maravillosa planta, de una belleza espectacular, ha sido recién incorporada en este jardín, en la zona de la Pequeña laurisilva. Vive ahora bajo las semisombras de un alcornoque y un olmo de Siberia, entre romeros y otras especies de helechos. Ha dado una impresionante luz al lugar, esperemos que pueda aguantar los veranos duros y secos de estas montañas, ya que es especie que también necesita de humedad ambiental.

El helecho arbóreo de Tasmania tiene una cualidad muy interesante en cuanto al bosque Natural de alimentos y es que la médula de la planta es comestible, cruda o cocinada. La naturaleza nunca deja de sorprendernos.

  

     

domingo, 1 de diciembre de 2024

Celtis australis

 


GRUPO B: Silvestres frutales -Laurófilas mediterráneas
SECTOR DEL JARDÍN: Bancales antiguos bajos, zona autóctonos, Pequeña laurisilva y zona tarima redonda.

En Agricultura Natural denominamos árboles sutiles a aquellos silvestres que, por sus condiciones particulares, tienen la capacidad y el potencial para hermanarse perfectamente con las plantas de alimento, pudiendo ser, incluso, una ayuda para ellos. Suelen ser caducifolios de sombra más o menos leve y raíces no demasiado invasoras. 

Es muy curioso que, siendo el almecino ('almencino; en mi tierra), un árbol de naturaleza sutil, sorprende mucho el increíble tacto de sus hojas, duro en general y áspero como una lija en el haz. Este aspecto de dureza en las hojas, común dentro de las plantas de hojas coriáceas, nos lleva directamente a considerar a esta especie, otra más de las herederas directas de las laurisilvas europeas.  

En unos principios y hasta hace muy poco tiempo, al género Celtis se le consideraba de la familia de las Ulmáceas, sin embargo, recientes estudios filogenéticos han determinado que pertenecen , en realidad a la familia de las Cannabáceas, la misma que el Cannabis y el lúpulo, lo que no hace más que corroborar su procedencia tropical. 

Este género, según los restos más antiguos encontrados, parece que ya existían al principio del Terciario y fue bastante extendido por toda Europa Central, justo en el tiempo que empezaron a formarse las laurisilvas de manera extensiva. 
Con los enfriamientos posteriores, los Celtis se desplazaron al sur, siendo, desde entonces, uno de los componentes autóctonos más importantes de las regiones meridionales europeas. 

Hace poco más de un millón de años, el homo antecessor de la Sierra de Atapuerca, ya comía almecinas con carne, llegando a ser un condimento muy apreciado para ellos. Nos encontramos, por tanto, frente a uno de los alimentos frutales silvestres más antiguos de la humanidad europea. 
Estos frutos deliciosos, aunque con poca pulpa, contienen valiosos nutrientes y azúcares, así como muy buenas propiedades medicinales (astringentes, antidiarréicas y estomacales y en infusión para bajar la tensión arterial).

Esta especie Celtis australis es hoy uno de los componentes vegetales arbóreos caducifolios más importantes de estas sierras sureñas degeneradas donde se encuentra este jardín botánico. Un simple vistazo a los bancales antiguos abandonados entre las cañadas, nos permite observar cómo, en estas zonas de media montaña, se desarrollan espléndidamente formando bosques naturales increíblemente densos, creciendo pies sueltos incluso, en mitad de las solanas viñas. Sin duda, aunque fue y sigue siendo un vegetal muy poco apreciado, injustamente maltratado, diría yo, estamos hablando de una planta valiosísima de un valor histórico ecosistemático fundamental con gran potencial presente y futuro. Afortunadamente, hoy día se encuentra protegido, esperemos que sirva para crear consciencia. 

Las partes más bajas de este jardín (zona de bancales antiguos), lindan con una cañada espectacular, donde hoy existen numerosos almecinos formando un bosque natural con ejemplares casi centenarios, esto permite que, en estas partes de las fincas bajas, crezcan, cada día más, una buena cantidad dispersa de esta especie entre los frutales, generando una muy hermosa convivencia. Ojalá que vivan estos árboles por cientos de años más, ya que son muy longevos si se les permite estar. 

Además de esta zona comentada, el almecino se encuentra repoblado en muchas otras zonas de este jardín, contabilizando más de diez pies; buena parte de ellos, ya en estado adulto. 




viernes, 29 de noviembre de 2024

Vitex agnus-castus

 

GRUPO: Silvestres alimentarios y medicinales. Arbustos mediterráneos.
SECTOR DEL JARDÍN: Autóctonos y pequeña laurisilva

El nombre castellano del Vitex agnus-castus es sauzgatillo. Se trata de un elemento de origen mediterráneo subtropical heredero de las antiguas laurisilvas, un interesante y precioso arbolillo caducifolio que nos lleva también a las épocas más antiguas de la humanidad, ya que fue usado medicinalmente y como alimento desde épocas muy remotas.

En su ambiente natural, el sauzgatillo vive en zonas húmedas y frescas, cercanas a los ríos, donde puede llegar a alcanzar los cinco metros de altura. Sin embargo, como buen elemento mediterráneo que es, puede sobrevivir sin problemas también en ambientes más secos y solados, siempre que se vea acompañado de otras arboledas.  

Actualmente, se le dan grandes beneficios medicinales comprobados, concretamente por su buena capacidad enemagoga, pero esta virtud para los problemas menstruales, es una de entre otras virtudes y ya se le conocía desde tiempos inmemoriales. 

Las referencias más antiguas de las que disponemos vienen de la Agricultura nabatea y del geópono andalusí Abu el-Jair, que da cita de otros autores más antiguos. En estas fuentes se destacan el valor de sus semillas comestibles, usadas 'para hacer pan en tiempos de carestía', de sus aplicaciones veterinarias e insecticidas y de las virtudes afrodisíacas de sus frutos.

Abu el-Jair recoge, en una de sus obras más importantes, la Umda, citas de los autores Dioscórides y Galeno, donde se detallan las diferentes formas de usar la planta.  
Decía Galeno que, "tanto a las hojas como las flores del sauzgatillo, no solo disminuyen el impulso sexual masculino sino que cortan la excitación y la impiden". Por su lado, Dioscórides hablaba de las decocciones de sus frutos para beneficiar los dolores e inflamaciones del útero de la mujer y para calmar las durezas de los testículos y las grietas del ano para los hombres.  

El epiteto latino agnus castus significa "casto cordero", que es "en lo que se convertiría el hombre si hiciera uso continuado" de la planta. Más tarde, durante el medievo, los monjes hicieron uso extensivo con estas intenciones. 

En este jardín existen dos ejemplares, uno ya adulto que se encuentra junto a unos naranjos en el extremo oriental del sector la Pequeña laurisilva, que es el que apreciamos en la imagen, y un pequeño ejemplar de pocos años que se encuentra en el sector de Autóctonos.   
 

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Cersis siliquastrum

 


GRUPO A: Silvestres -Arbustos mediterráneos
SECTOR DEL JARDÍN: Autóctonos
De la familia de las Fabáceas, tenemos una hermosa planta autóctona llamada el árbol del amor o árbol de Judas. Cuentan las leyendas que Judas Escariote, arrepentido por haber traicionado a Jesucristo, se colgó de un Cersis siliquastrum, y, desde entonces, este árbol tomó el nombre de este apóstol y también como símbolo del amor a Cristo. Aunque a mi me gusta más, particularmente, su relación con el amor por la particular belleza de sus flores moradas y sus hojas acorazonadas.   
Teofrasto llamó Cersis al género por la forma de su fruto, y a la especie en concreto Siliquastrum, le viene por su parecido a la algarroba. 

Otra característica particular de la forma acorazonada de sus hojas, es el asombroso parecido que tienen a las del género Cercidiphillum, emblemático arctoterciario que, extrañamente, y solo por la forma idéntica de sus hojas, coge nombre por los Cersis. Este género Cercidiphyllum, pertenece a la familia de las Cercidiphilláceas, y tiene las hojas opuestas, con lo que, actualmente, no tiene nada que ver con los Cercis, que son leguminosos y de hojas alternas, pero gusta imaginar que estos podrían haberse generado desde los mismos Cercidiphyllum. La imaginación sobrevenida por aquellos deleites del conocimiento de lo ancestral y de nuestra simple vista, bien pudiera llevarnos a desarrollar generosos argumentos a favor de este origen y dar una vuelta al mismo nombre que llevan ambas. La subfamilia de las Fabáceas llamadas Caesalpinioidéas, a la cual pertenecen los Cersis, son plantas de climas tropicales y subtropicales, como los Cercidiphyllum, con lo que no sería nada de extrañar que las semillas aladas, típicas de los antiquísimos Cercidiphyllum, un día decidieran transformarse y cubrirse dentro de unas vainas formando legumbres, dando un salto evolutivo de Orden botánico desde las Saxifragales a las Fabales.

En cualquier caso y más allá de imaginaciones varias, se trata realmente de un árbol muy a tener en cuenta en Agricultura Natural para combinar en nuestro bosque Natural de alimentos. Esto es porque, además de ser leguminoso y, con ello, suministrar nitrógeno a la tierra, nutriente tan necesario para nuestros frutales, es nativo de nuestras tierras sureñas del Mediterráneo Oriental, con lo que tiene buena resistencia a los periodos de sequía, a pesar de que su naturaleza son los suelos ligeramente húmedos y la frescura de las sombras. En su hábitat propio, suele crecer en forma de bosquecillo en las orillas de los arroyos, con lo que, hermanado con nuestros frutales que sean regados, van especialmente geniales. 

En este jardín existen dos pies, ya bien desarrollados, de esta especie Cersis siliquastrum.