GRUPO C: Frutales
SECTOR DEL JARDÍN: Zona de bancales antiguos
De la familia de los Prunus alimentarios nos llega el Prunus persica variedad platycarpa, o comúnmente llamado paraguayo. Se trata de un árbol frutal originario de la China que cambió de forma natural de características desde el melocotonero.
Esta especie, con una fruta más achatada que el melocotón, es una muestra maravillosa de cómo la Naturaleza varía sus condiciones a un libre albedrío, aun con sus causas diversas, sin que el humano tenga que hacer mucho. Dejar a la Madre Natura ser por ella misma, sin forzarla con nuestros diversos intereses, aun nosotros cultivándola y colaborando para nuestro provecho alimentario, permite que Ella pueda mostrar sus fascinantes mutaciones, alegría y gozo para todos nosotros.
En este jardín existen tres ejemplares de paraguayos repartidos en la zona de los bancales antiguos. En la imagen que se muestra, aparecen dos de ellos, de unos ocho y diez años de edad, durante su tiempo otoñal. Como casi todo el resto de los frutales que se encuentran aquí, nunca fueron abonados, ni podados, ni tratados con ningún tipo de antiplagas. Aunque hubo, en tiempos iniciales, cierta desmejora por adaptación, finalmente, los arbolillos cogieron su lugar y, desde hace unos pocos años, ya fructifican sin problemas.
El problema que tienen los arboles frutales que provienen de los viveros comerciales es que, debido a un podado excesivo y al uso indiscriminado y feroz de fertilizantes y otros químicos, les cuesta mucho adaptarse a la tierra y al cultivo natural. Pero es posible revertir esa naturaleza artificializada; con un poco de paciencia y sin perderles de vista en su cuidado, terminan por ser capaces de superarlo. Ciertamente su liberación les cuesta pero, una vez traspasados los escollos, son tremendamente felices y te dan la mejor fruta posible.
Los dos paraguayos de la imagen, cuando fueron plantados (uno, años antes que el otro), aún no tenían un ecosistema adecuado, se encontraban en un rincón un poco difícil. Pero, poco a poco, crecieron más los árboles protectores de los vientos y además, fui acompañándoles de otras diversidades compañeras y hoy, por fin, viven en un entorno adecuado, complementándose con madroños compañeros, entre otras arboledas, y en sus coberturas, con muchas plantas silvestres y otras incorporadas, como los azules ajenjos que hay a sus pies y la planta que también voy a presentar hoy, el Teocrium fruticans.
GRUPO A: Silvestres
SECTOR DEL JARDÍN: Zona de bancales antiguos
Existen no pocas plantas que se llaman olivillas, por aquello de que sus follajes aparentan la forma o el mismo color que el olivo, pues bien, el Teocrium fruticans es uno de ellos. Se trata de un arbusto autóctono que nos ofrece un semblante verde gris, denso y alborotado, y unas florecitas primaverales de un azul intenso. En la zona donde se encuentra, el azul grisáceo de la olivilla junto al de los ajenjos y los agapantos que se encuentran a su lado, predominan hermosamente y se combinan en otoño con los anaranjados maravillosos de los paraguayos, los verdes intensos de los madroños y los dorados de otros frutales, como el moral blanco que se alza unos metros atrás, o los albaricoques, un poco más lejos. Este periodo otoñal es excepcionalmente bello, pero genera un espectáculo increíble también, en las otras diferentes estaciones del año.
El Teocrium fruticans pertenece a un género de plantas arbustivas típicas del clima mediterráneo que requieren sol directo. En su ambiente natural, crecen en los claros de nuestros bosques de Quercus de hoja perennifolias, como las encinas y los alcornoques y de pinares. Es un arbusto realmente lindo, muy a tener en cuenta para acompañar nuestras emboscadas de frutales y silvestres diversos. En este jardín, solo existe este ejemplar que se muestra altivo en la imagen y que ya alcanza casi los dos metros de altura y el metro de ancho, pero no dejamos la posibilidad de introducir más olivillas. A su debido tiempo, en el lugar que la naturaleza nos pida.
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