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| Quercus rotundifolia. J. botánico Jamchen |
SECTOR DEL JARDÍN: Zona bancales y zona baja, bajo el algarrobal.
La especie Quercus rotundifolia, o también llamada Quercus ilex subsp. ballota, es una clase de encina muy bien adaptada a los climas suaves mediterráneos secos.
Al contrario de otros Quercus, que surgieron a finales del Cretácico, la sección Ilex del subgénero Cerris es de las más tardías, ya que nacieron a comienzos del Mioceno, hace unos 23 millones de años. Todas las especies de esta sección, que incluye los Quercus ilex, los Q. coccifera y los Q. alnifolias, entre otros, comparten la cualidad común de que las hojas tienen espinas en los bordes. Es una característica típica de ambientes secos y muy propensos al ramoneo. Ya sea este proveniente de ganado o de fauna salvaje.
Los periodos áridos mediterráneos son realmente muy duros, las plantas tienen que hacer esfuerzos increíbles para mantenerse vivas, con lo que ralentizan sus crecimientos y se protegen con fuertes pinchos en sus hojas, sobre todo durante el primer periodo de crecimiento. Tanto el Quercus coccifera como esta especie en particular, Quercus rotundifolia, se adaptan a pleno sol y sequías estivales pronunciadas, creando grandes masas arbustivas impenetrables, también para su propia defensa. En el caso de la coscoja, es muy habitual que quede arbustiva durante toda su vida, sin embargo, la encina bellotera, crea esa masa solo al principio, dejando posteriormente que los ejemplares más fuertes tiren adelante, formando pequeños bosquetes muy protegidos con unos pocos pies de grandes tamaños. Tal como se puede apreciar en esta segunda imagen, esta masa de una parte de este jardín, de más de 15-20 años de edad, está comenzando por fin a despuntar hacia arriba. En unos pocos años más, será un bosquete precioso.
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| Bosquete de Quercus rotundifolia. J. botánico Jamchen |
Tal como su nombre común indica, encina bellotera, esta planta tiene la virtud de dar bellotas dulces, con lo que se pueden comer directamente del árbol si se quiere, o bien asadas. La bellota contiene multitud de nutrientes, entre ellos, la mayor parte de las proteínas que necesitamos los humanos, por lo que ha sido, desde siempre, y mucho antes de que llegaran los trigos a la península, nuestra comida principal. Romanos y griegos, por ejemplo, se alimentaban de bellotas durante sus contiendas, siendo su alimento principal, y así ha sido hacia atrás en la historia y hacia adelante, y así debería seguir siéndolo en el futuro, si somos capaces de dotar a nuestras tierras de su natural idiosincrasia.
La repoblación de encinas es un poco complicada, dadas las condiciones naturales climática de los veranos. Para llevarla a cabo se necesita que los pequeñas plantas tengan protección, no solo del ganado o de la fauna salvaje, también del astro sol, con lo que lo más recomendable es plantarlas al abrigo de matorrales, ya sean estos de jaras, o de aulagas, o de matagallos, o de retamas, entre otros muchos arbustos.
En este jardín natural botánico, contamos con dos pies de encina bellotera de buen tamaño ya alcanzando los cinco metros de altura, una arbustada crecida de forma natural, que ya he mostrado en la imagen, y unas cuantas plántulas repartidas en distintos lugares. Junto con el alcornoque, la encina es otra de las potencialidades de esta zonas medias de montaña, sobre todo en las partes más bajas, donde todavía hay bosques, aunque un poco deteriorados, bien conformados.


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