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| Quercus suber. J.Botánico Jamchen |
SECTOR DEL JARDÍN: Pequeña laurisilva, zona Quercus, etc.
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| Quercus suber. J.Botánico Jamchen |
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| Rhododendron ponticum subsp baeticum. J. Botánico Jamchen |
Sólo ha quedado una pequeña muestra en Europa de las antiguas Laurisilvas que la poblaron durante todo el Terciario y que duraron extensivamente hasta la formación del Mediterráneo, como hace unos 6 millones de años. Con la llegada del enfriamiento pliocénico y las posteriores glaciaciones, estas selvas fueron desapareciendo hasta casi su total extinción. La muestra de la que que hablamos se encuentra en el Parque Natural de los alcornocales del sur de Andalucía, en lugares muy particulares donde hay profundas cañadas.
Este espectacular enclave, con temperaturas suaves en invierno y en verano, sirvió, durante millones de años, como refugio de esta flora laurisílvica, superando, incluso, las glaciaciones. De entre todas estas escasas especies relictas que conforman selva hoy día, la que yo pienso como más particular y significativa, es el Rhododendron ponticum, subsp. baeticum, que hoy presentamos. Hay muchas razones para ello.
El nombre común de la planta es Ojaranzo, y convive, cercano a los cursos de agua, con otras especies de árboles y arbustos relictos del Terciario, como son el Quercus canariensis (Quejigo andaluz), el Laurus nobilis (laurel), el Frangula alnus subsp. baetica (arraclán) el Alnus glutinosa (aliso) y el Ilex aquifolium (acebo), entre otras.
Toda la planta de ojaranzo es tóxica, sin embargo, es una de las plantas más bellas que existen, compartiendo tal particularidad con las otras de la familia de las Ericáceas, como son las azaleas, las gardenias, las camelias, etc., todas ellas con necesidad de suelos ácidos y alta humedad ambiental y edáfica. En las tierras sureñas nuestras, este arbusto de hojas verdes claras y flores hermosas de color rosa-malvas, no suele sobrepasar los 5 metros de altura, en el mejor de los casos.
En agosto de 2025, tras años de búsqueda, en un vivero muy lejano perdido en un bosque, al fin encontramos un ejemplar y lo hemos introducido en este jardín botánico. Aunque el terreno donde ha sido plantado, no tiene mucha profundidad, ni gran humedad edáfica, contamos con la ventaja de que la tierra es naturalmente silícea, son esquistos, además, se encuentra enriquecida ácidamente debido a las acículas de la arboleda de pino que le da también la sombra suficiente que necesita. Apenas le caen algunos rayos de sol al día, esperemos que sea suficiente para que tenga una correcta floración. Si sobrevive este invierno y florece después de pasar los rigores térmicos de la zona de montaña donde estamos, el éxito podría estar garantizado, mientras, claro, no le falte agua.
Muchas veces me he preguntado porqué algunas especies relictas de Andalucía, tan valiosas, no están más promocionadas, ni se encuentran en producción, ni son repobladas, como es el caso del ojaranzo. La conservación de lo que hay en este presente es fundamental, pero la posibilidad de lo que pudiera haber con nuestra natural intervención, también lo es.
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| Morella faya. J. Botánico Jamchen |
En medio del Terciario, hace como unos 20 o 30 millones de años, en los tiempos de esplendor de las laurisilvas europeas, empezaron a emerger de lo profundo del Atlántico un conjunto de islas hasta formar lo que hoy conocemos como la Macaronesia. La Macaronesia está compuesta por cinco archipiélagos, entre los que se encuentran las Islas Canarias.
Pues bien, formadas las islas, los pájaros, el viento y otros acontecimientos naturales, fueron trasladando del continente europeo y africano las semillas de muchas de las plantas laurisílvicas que existían por aquellos entonces. La selva que se conformó en las islas, por circunstancias excepcionales, aun sigue existiendo después de 15 millones de años, con lo que en este presente, podemos hacernos una idea muy clara y viva de cómo hubiera sido el sur del continente europeo durante el Terciario. Ciertamente, hay muchos géneros que echamos de menos en la Macaronesia y que sabemos que existieron, pero la diversidad actual de especies, nos basta para ennoblecer aquellas selvas templadas de los climas subtropicales antiguos.
La especie a la que hoy vamos a dar honor, vive en esas laurisilvas canarias actuales. Se trata de la faya o haya canaria, un árbol, perteneciente a la familia de las Myricáceas, que, además de ser muy abundante dentro de esta flora, se encuentra adaptado a diferentes ámbitos ecosistemáticos de las islas, como son: los bosques termófilos más bajos, las laurisilvas más profundas, el pinar de las montañas y, su representación más habitual, que es el fayal-brezal.
El fayal-brezal es una asociación cuyas características son la Morella faya y la Erica arborea y se encuentra en las llamadas laurisilvas de altura, a unos 1.300-1.500 metros. Son terrenos más frescos y pobres y están fuera de las influencias de las nieblas de los alisios veraniegos. Esta adaptación le hace ser un vegetal muy propio y resistente para terrenos más fríos y secos, como son los que tenemos en el Mediterráneo peninsular.
El haya canaria es un árbol dioico, con lo que necesita de pies masculinos y femeninos en distintos árboles. Viene a medir de 3 a 6 metros de alto, aunque, en el interior de la laurisilva, puede llegar hasta más de 20 metros.
Los frutos de la faya son comestibles. Se pueden comer crudos o bien, como hacían los antifguos, que lo consumían a menudo, secados al sol y molidos.
Entre otras virtudes medicinales de este árbol, la infusión de sus flores tiene muy buenas propiedades anticatarrales.
Este verano hemos incorporado un ejemplar de esta especie en nuestro pequeño rincón llamado "La pequeña laurisilva". De momento, está muy bien adaptada, vamos a ver cómo lo lleva durante este invierno.